Desde los orígenes de la humanidad, ha quedado evidenciado su interés por hacer más agradables los espacios que habitaba. El exponente más claro lo encontramos en el antiguo Egipto. Las suntuosas decoraciones encontradas en las tumbas de los faraones, no eran simple ornato, sino que buscaban proveer de comodidades al difunto en el más allá.
Posteriormente, en la Antigua Roma aparece el concepto de interiorismo más cercano a como lo entendemos hoy. Los romanos otorgaban la misma importancia al interior de un edificio, que al exterior y las habitaciones de las viviendas se diseñaban según la función que iban a desempeñar.
Sin embargo, el Diseño de Interiores como profesión es relativamente reciente. A lo largo de la historia ha sido una labor desempeñada indistintamente por arquitectos, artesanos, tapiceros o interioristas, sin que las fronteras estuvieran muy definidas entre ellos.
La Francia del S.XVII tuvo un papel fundamental en el impulso del interiorismo como profesión. Enrique IV tomó a los artesanos bajo su protección realizando con ellos una importante labor de mecenazgo. Luis XIV promovió el palacio de Versalles en el que CHARLES LE BRUN, fue el encargado del diseño de las habitaciones. Podemos decir que fue él, el primer interiorista especializado de la historia.